martes, 31 de diciembre de 2013

Despedida a don Francisco: crónica de un monaguillo

Estudiante de Producción de TV.

Alejandro Cancho | 29 de Diciembre de 2013


Funeral de don Francisco. Foto: Mª Victoria Mellado.
La mañana del viernes 27 de diciembre de 2013 será recordada por todos los trujillanos. La ciudad amanecía con un fuerte viento. Las nubes grises cubrían el cielo extremeño. Una pena albergaba en los corazones de los vecinos: nos preparábamos para dar el último adiós a nuestro antiguo párroco, don Francisco García Gómez.
Desde primeras horas de la mañana, se ultimaban los preparativos en la iglesia de San Martín. En pocas horas se celebraría un funeral algo especial: el de un Sacerdote. Hacía mucho tiempo que no se oficiaba uno de esta categoría en Trujillo. El último fue el del Rvdo. Ramón Núñez Martín, el 8 de Octubre de 2006.
A mediodía, comenzaban a llegar los primeros feligreses al templo. Poco más tarde lo hacían los presbíteros, quienes tras realizar sus oraciones en la Capilla del Santísimo, pasaban a revestirse al zaguán del Palacio de los Duques de San Carlos, que fue puesto a disposición parroquial, por cortesía del actual Duque, Álvaro Fernández de Villaverde y Silva, habilitándose como sacristía ante la multitudinaria asistencia de sacerdotes que estaba prevista.
A las 12:30 horas, cuando el sonido de todas las campanas de Trujillo rompían con el toque de duelo, el silencio que habitaba en la ciudad. Minutos después, el Exmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Plasencia, don Amadeo Rodríguez Magro, llegaba acompañado de los vicarios de la diócesis, al despacho parroquial de San Martin, donde era recibido por el párroco don Miguel Ángel Ventanas. 
A las 13 horas del mediodía, aparecía en la plaza mayor, el cortejo fúnebre con el féretro de don Francisco. En ese momento, comenzaba el funeral.
La cruz parroquial y los ciriales abrían la comitiva, perfumada en todo momento, con el suave olor del incienso que portaban los monaguillos.
Los más de sesenta sacerdotes que acudieron al acto, salían del Palacio de San Carlos en procesión hasta la puerta magna de San Martín de Tours. La cruz parroquial y los ciriales abrían la comitiva, perfumada en todo momento, con el suave olor del incienso que portaban los monaguillos, los cuales vestían flamantes sotanas negras y vestiduras talares para la ceremonia. 
Al entrar en San Martín, el órgano barroco del s. XVIII, deleitaba con su armoniosa sintonía a manos de don Francisco Molina, organista titular de la parroquia, acompañado de la Schola Cantorum del Seminario de Lumen Dei.
La iglesia estaba llena. San Martín se quedó pequeña ante la multitud de trujillanos que se agrupaban en los pasillos. Hasta el punto que las autoridades civiles tuvieron que ceder el sitio aguantando la ceremonia de pie. Nadie quería faltar a dar el último adiós a don Francisco. Representantes de las congregaciones religiosas, sacerdotes, hermandades, cofradías, autoridades y familiares ocupaban los primeros bancos del templo.
Un estricto ceremonial litúrgico siguió la celebración eucarística. Las palabras del Obispo durante la homilía se escucharon ante un silencio sepulcral que habitaba en la iglesia. La vida eterna y el misterio de la fe, fueron los temas principales con los que cautivó la atención de los feligreses. Temas que siempre permanecían en las conversaciones de don Francisco.
Antes de las ofrendas, que fueron llevadas al altar mayor por las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, don Eugenio Albalate, el que fuera vicario parroquial durante el mandato de don Francisco, cubría el féretro con la casulla y don Vladimir Sánchez, actual vicario, depositaba el evangeliario sobre el féretro, símbolos de su ministerio sacerdotal.
Durante la comunión, el canto "Cerca de ti Señor", resonaba sublime desde el coro, elevando las voces de la Schola Cantorum, hasta la bóveda del templo.
Uno de los momentos más emotivos, fue al finalizar la eucaristía, mientras el Sr. Obispo incensaba el féretro del difunto sacerdote, y los asistentes cantaban “La muerte no es el final”. Aunque sin duda alguna, el momento más entrañable, fue al finalizar el funeral, cuando el pueblo trujillano, allí congregado, cantaba unido, y por última vez para don Francisco, el Himno Salve, un himno que él cantaba cada año, con un profundo amor, a su madre y patrona, la Virgen de la Victoria.
Al finalizar el funeral, los restos mortales de don Francisco García Gómez, fueron trasladados al cementerio de Don Benito, su cuidad natal.
Era la ultima vez que le veíamos en Trujillo, pero nos quedará su recuerdo, su rostro alegre, su espíritu servicial y la constancia, de que su alma, permanecerá siempre en nuestros corazones, en el corazón de sus hijos, los trujillanos.

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