III DOMINGO DE CUARESMA/CICLO C

Celebramos el Tercer Domingo de Cuaresma. La Cuaresma es una peregrinación hacia la Pascua y un tiempo privilegiado de gracia y de conversión. Cada Cuaresma es una oportunidad más para volver al Dios vivo, manifestado plenamente en Jesucristo. Cada Cuaresma es una llamada incesante a la conversión para todos nosotros. Debemos tomárnosla en serio, esta llamada. El Señor nos ofrece el perdón y la misericordia, pero al mismo tiempo nos pide que nos esforcemos decididamente para cambiar nuestra vida.
En el Evangelio de este Domingo de la Tercera Semana de Cuaresma leemos el Evangelio según San Lucas (Lc 13,1-9).
Se inicia en este domingo una serie de lecturas evangélicas sobre la penitencia y el perdón de los pecados, con una llamada de Cristo a la conversión y una parábola que muestra la paciencia y el amor de Dios hacia los pecadores.
Jesús no admite que las desgracias sean consecuencia inmediata de los pecados de las víctimas, e invita a los oyentes a la conversión.
Con la parábola de la higuera estéril nos invita Jesús a dar "frutos que siempre permanezcan". De ahí la paciencia que tienen Dios con nosotros.
Se inicia en este domingo una serie de lecturas evangélicas sobre la penitencia y el perdón de los pecados, con una llamada de Cristo a la conversión y una parábola que muestra la paciencia y el amor de Dios hacia los pecadores.
Jesús no admite que las desgracias sean consecuencia inmediata de los pecados de las víctimas, e invita a los oyentes a la conversión.
Con la parábola de la higuera estéril nos invita Jesús a dar "frutos que siempre permanezcan". De ahí la paciencia que tienen Dios con nosotros.
Pidamos especialmente en este día la capacidad de servicio y un corazón grande para amar. Y lo hacemos con esta preciosa oración de Ignacio Larrañaga: “Oh Cristo, para poder servirte mejor, dame un noble corazón, un corazón fuerte para aspirar por los altos ideales y no por opciones mediocres. Un corazón generoso en el trabajo, viendo en el no una imposición sino una misión que me confías.
Un corazón grande para el sufrimiento, siendo valiente soldado ante mi propia cruz
y sensible cirineo para la cruz de los demás. Un corazón grande para con el mundo, siendo comprensivo con sus fragilidades pero inmune a sus máximas y seducciones.
Un corazón grande para los hombres, leal y atento para con todos pero especialmente servicial y delicado con los pequeños y humildes. Un corazón nunca centrado sobre mí, siempre apoyado en ti, feliz de servirte y servir a mis hermanos, ¡oh, mi Señor! todos los días de mi vida. Amén”.
Un corazón grande para el sufrimiento, siendo valiente soldado ante mi propia cruz
y sensible cirineo para la cruz de los demás. Un corazón grande para con el mundo, siendo comprensivo con sus fragilidades pero inmune a sus máximas y seducciones.
Un corazón grande para los hombres, leal y atento para con todos pero especialmente servicial y delicado con los pequeños y humildes. Un corazón nunca centrado sobre mí, siempre apoyado en ti, feliz de servirte y servir a mis hermanos, ¡oh, mi Señor! todos los días de mi vida. Amén”.
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