domingo, 20 de octubre de 2013

19 de Octubre, san Pedro de Alcántara, patron de Extremadura.

San Pedro de Alcántara el más Santo de los Extremeños y el más Extremeño de los Santos
HOY 19 DE OCTUBRE ES SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, PATRONO DE EXTREMADURA. 

"Habiendo nacido en Alcántara (España) el año de 1499, ya en la flor de la edad, con ánimo de abrazar la vida religiosa, entró en la Orden Franciscana de los Hermanos Menores. Una vez pronunciados sus votos solemnes se propuso, con gran interés, avanzar en el camino de la perfección evangélica para conseguir lo típicamente religioso, puro, piadoso y austero.

Prudente y diligente en sus actuaciones, desempeñó a la perfección los importantes cargos que se le confiaron. Sin embargo, inflamado por el espíritu y el ejemplo de san Francisco de Asís, consideró como una voz de Dios el dedicarse insistentemente a la oración y a la penitencia. Para mejor conseguir estas aspiraciones de su espíritu, buscaba la soledad, se mortificaba con voluntarias penitencias para implorar la gracia y el perdón celestial, y, finalmente, cerca de Pedrosa, en la diócesis de Coria, se construyó un cenobio, llamado el Palancar, donde con unos pocos compañeros vivió pobremente el autor de la disciplina regular llamada alcantarina.

“Por sus admirables dotes de penitencia y altísima contemplación, no sólo restauró los ejemplos de los antiguos anacoretas, sino que llegó a aumentarlos. Pero a pesar de dedicarse a este género de vida, no dudó en entregarse al mismo tiempo a una eficiente y activa vida. Entre otras cosas, fue un gran orador sagrado, ayudó a Santa Teresa de Jesús en la restauración de la disciplina del Carmelo, fue un director de almas dotado de una inusitada prudencia y publicó una gran obra de ascética llamada Tratado de la Oración y Meditación.

Él, prudente en la mística, sabedor de los caminos por los que el alma, que sigue las invitaciones celestiales, asciende, lleno de espíritu de oración y de gracia, enseña con admirable agudeza que la oración y la vida activa no son en modo alguno incompatibles, sino que ambas deben unirse en fecunda unión, y que el apostolado es el mejor fruto que puede producir la oración. Por otra parte, con sagacidad y claridad, amonesta a aquellos que, ambicionan en su corazón alturas espirituales, y no contentos y satisfechos con la leche piden alimento sólido, recordándoles que la meditación, con la gracia de Dios, puede llevarlos a la más extensa forma de contemplación, como una nave, que descansa tranquilamente en el puerto después de una fatigosa travesía marítima. Santa Teresa leía ávidamente y repasaba la doctrina de San Pedro de Alcántara, a quien solícita pedía consejo y dirección espiritual.

Tienen los franciscanos en San Pedro de Alcántara un ejemplo de eximia virtud, que pueden imitar y una regla de vida y actuación a la que con interés se pueden adaptar. Pues el estar llenos de caridad a Dios, la continua contemplación y oración, la vida austera, “el llevar en nuestro cuerpo la mortificación de Cristo, para que también se manifieste en nuestros cuerpos su vida” (Cf., 2Cor 4, 10) son normas muy apropiadas a su profesión religiosa; y alimenta el espíritu de devoción y oración que les indica la regla franciscana como nota peculiar de su vida espiritual. Esto tendrá por consecuencia, al ejercer el apostolado con diligencia, un ubérrimo fruto, pues el apostolado languidece por el abandono o se hace inútil por su vacío clamoreo, y cuando falta el alimento de la vida interior y el vigor que proporciona la penitencia, fuente de fortaleza, se enmohece.

San Pedro de Alcántara, con su estandarte levantado de la perfección evangélica y de su admirable penitencia, aparta a los que se encuentran en los peligros de malos y torcidos caminos, y prepara la senda del Señor, que, siempre recta y hermosa, hace pasar una vida feliz, al substraerse a todo lo terreno evitando lo ilícito, y moderando el uso de lo lícito y hace apetecer lo celestial y suplicar: “Condúceme al camino eterno” (Sal 138, 24), es decir, al camino espiritual, que conduce al cielo, que no tiene fin y cuya felicidad es eterna" (Beato Juan XXIII, 02-01-1966).
 


HOY 19 DE OCTUBRE ES SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, PATRONO DE EXTREMADURA. "Habiendo nacido en Alcántara (España) el año de 1499, ya en la flor de la edad, con án...imo de abrazar la vida religiosa, entró en la Orden Franciscana de los Hermanos Menores. Una vez pronunciados sus votos solemnes se propuso, con gran interés, avanzar en el camino de la perfección evangélica para conseguir lo típicamente religioso, puro, piadoso y austero. Prudente y diligente en sus actuaciones, desempeñó a la perfección los importantes cargos que se le confiaron. Sin embargo, inflamado por el espíritu y el ejemplo de san Francisco de Asís, consideró como una voz de Dios el dedicarse insistentemente a la oración y a la penitencia. Para mejor conseguir estas aspiraciones de su espíritu, buscaba la soledad, se mortificaba con voluntarias penitencias para implorar la gracia y el perdón celestial, y, finalmente, cerca de Pedrosa, en la diócesis de Coria, se construyó un cenobio, llamado el Palancar, donde con unos pocos compañeros vivió pobremente el autor de la disciplina regular llamada alcantarina. “Por sus admirables dotes de penitencia y altísima contemplación, no sólo restauró los ejemplos de los antiguos anacoretas, sino que llegó a aumentarlos. Pero a pesar de dedicarse a este género de vida, no dudó en entregarse al mismo tiempo a una eficiente y activa vida. Entre otras cosas, fue un gran orador sagrado, ayudó a Santa Teresa de Jesús en la restauración de la disciplina del Carmelo, fue un director de almas dotado de una inusitada prudencia y publicó una gran obra de ascética llamada Tratado de la Oración y Meditación. Él, prudente en la mística, sabedor de los caminos por los que el alma, que sigue las invitaciones celestiales, asciende, lleno de espíritu de oración y de gracia, enseña con admirable agudeza que la oración y la vida activa no son en modo alguno incompatibles, sino que ambas deben unirse en fecunda unión, y que el apostolado es el mejor fruto que puede producir la oración. Por otra parte, con sagacidad y claridad, amonesta a aquellos que, ambicionan en su corazón alturas espirituales, y no contentos y satisfechos con la leche piden alimento sólido, recordándoles que la meditación, con la gracia de Dios, puede llevarlos a la más extensa forma de contemplación, como una nave, que descansa tranquilamente en el puerto después de una fatigosa travesía marítima. Santa Teresa leía ávidamente y repasaba la doctrina de San Pedro de Alcántara, a quien solícita pedía consejo y dirección espiritual. Tienen los franciscanos en San Pedro de Alcántara un ejemplo de eximia virtud, que pueden imitar y una regla de vida y actuación a la que con interés se pueden adaptar. Pues el estar llenos de caridad a Dios, la continua contemplación y oración, la vida austera, “el llevar en nuestro cuerpo la mortificación de Cristo, para que también se manifieste en nuestros cuerpos su vida” (Cf., 2Cor 4, 10) son normas muy apropiadas a su profesión religiosa; y alimenta el espíritu de devoción y oración que les indica la regla franciscana como nota peculiar de su vida espiritual. Esto tendrá por consecuencia, al ejercer el apostolado con diligencia, un ubérrimo fruto, pues el apostolado languidece por el abandono o se hace inútil por su vacío clamoreo, y cuando falta el alimento de la vida interior y el vigor que proporciona la penitencia, fuente de fortaleza, se enmohece. San Pedro de Alcántara, con su estandarte levantado de la perfección evangélica y de su admirable penitencia, aparta a los que se encuentran en los peligros de malos y torcidos caminos, y prepara la senda del Señor, que, siempre recta y hermosa, hace pasar una vida feliz, al substraerse a todo lo terreno evitando lo ilícito, y moderando el uso de lo lícito y hace apetecer lo celestial y suplicar: “Condúceme al camino eterno” (Sal 138, 24), es decir, al camino espiritual, que conduce al cielo, que no tiene fin y cuya felicidad es eterna" (Beato Juan XXIII, 02-01-1966).
 

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