martes, 18 de agosto de 2015

Del Blog "De Profesión, Cura" de Jorge Gonzalez de Guadalix

Qué cosa sea la auténtica misericordia

No cabe duda de que una de las palabras, o mejor la palabra que identifica el papado de Francisco es “misericordia”. Tanto que hasta tenemos en puertas un año jubilar especial dedicado a ella.
Desgraciadamente descubro que mucha gente está comprendiendo mal esta palabra. Unos, los más, porque dicen que el papa con esta realidad lo que nos muestra es un camino de completa tolerancia con situaciones irregulares, vidas personales difíciles, pecados personales y colectivos. Identifican la misericordia con un hay que respetar, hay que tolerar, no se debe juzgar, quiénes somos nosotros, la Iglesia, para imponer criterios o valores. Equivocados están si así interpretaren las palabras de Francisco. El papa no puede decir tal cosa, comprender ni presentar así la misericordia.
Peores son los que, en burla hacia el santo padre, han inventado un verbo, misericordiar, con el que hacen referencia a supuestos comportamientos poco transparentes del papa a la hora de pedir algunas renuncias, decretar ceses o tomar decisiones directamente contra personas. Por favor, seamos serios. 
Lo que es la auténtica misericordia cristiana un servidor lo conoció estudiando el catecismo en su ya lejana infancia. Seguro que muchos, como yo, habrán estudiado las obras de misericordia. Con ellas, ya saben, siete corporales y siete espirituales, aprendimos qué cosa era la auténtica misericordia cristiana.
Hoy cualquiera maneja y promueve las corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, posada al peregrino… La misericordia con el pobre es acercarse a él y procurar satisfacer sus necesidades materiales básicas como se hace desde Cáritas y como hacen tantas y tantas ONGs cristianas o laicas. Nadie pone en duda la necesidad de tan extraodinaria y constante acción en favor de los hermanos más desfavorecidos. Sin embargo hay una gravísima omisión de todo lo que son las obras de misericordia espirituales.
Me van a permitir recordar las tres primeras: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que yerra. Eso quiere decir que si vemos a un hermano que está viviendo en pecado, que camina por sendas equivocadas, que pone su vida en cosas que lellevan a la perdición, la misericordia no puede ser un cómodo, buenista y halagüeño a los ojos del mundo estar, respetar, situarse cerca, comprender y no juzgar.
Parejas rotas y algunas tantas veces recompuestas, modelos de familia apartados de la enseñanza de la Iglesia, economías que se sostienen en el fraude y la corrupción, violencia de cualquier tipo, la mentira como opción vital. ¿Qué cosa sea misericordia para estas vidas? ¿Bastará con no juzgar, comprender, estar? No. Misericordia es enseñar que esa vida lleva a la perdición, aconsejar un cambio total a Jesucristo, y corregir los caminos errados que desembocan en el abismo.
Yo estoy seguro de que esa, y no otra, es la misericordia que el papa y los obispos quieren, enseñan y promueven. Si estamos entendiendo otra cosa, si los medios de comunicación destacan interpretación diferente de esta, no se me ocurre otra cosa que pura y simple manipulación. No puede ser otra cosa.
Misericordia. En lo corporal, atender las necesidades materiales básicas. En lo espiritual, ayudar a encontrar el camino de la salvación, hacer comunidad, orar unos por otros, vivos y difuntos. Esta es la misericordia que siempre predicó la Iglesia y que hoy no puede anunciar de otra manera. Por tanto si alguien pretende entender o anunciar otra cosa… sinceramente creo que se equivoca.
si el que se equivoca es un servidor… en el fondo o en la forma, que todo pudiera ser, les ruego que me traten con otra obra de misericordia: “sufrir con paciencia los defectos del prójimo”. Que Dios se lo pague.

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