ORACIÓN
POR LOS PERIODISTAS
Señor:
Pon en la frente de todos los que
escriben una proa que enfile al buen puerto que eres, y asegura a su nave un
paisaje completo de obreros y operarios, estudiantes y madres, profesores y
chicas.
Que a su vez, en el trato y al margen
del oficio, sean semilla noble de ejemplo y de ternura.
Que también acaricien mirando a los
semáforos o en el coche o en el metro.
Que su poso de ciencia tenga el espejo
al fondo de tu sabiduría.
Que cuando las masas griten y suenen
puñetazos en las cafeterías, él hable con un vaso en la palma y el agua esté
serena como la faz de un lago.
Si un milagro hace falta sea en los
teclados, se les vaya pintando la imagen de su hijo o la de los amigos.
Que si de pronto se hace en el mundo un
silencio porque hacen falta normas, su corazón sea bravo para decir la palabra;
que sea clara y rotunda, y, sobre todo, justa.
Le negarás el sueño, como también la sal
y el pan de cada día, si solo él puede hablar y calla por cobarde.
Tendrá que poner «robo» o «compasión», o
«hambre», y lo dirá sin tentarle la bolsa o el ascenso, el susto o la amenaza.
Que de sus labios broten consejos como
fuente de pueblo, que mana día y noche.
Si alguna ración doble hay que dar de
optimismo, de amor y de esperanza, escánciala sobre ellos. Mensajeros de fe y
de alegría.
Que escriban de rodillas cuando un hogar
naufraga. Que no los tiente la prensa de colores — «negra», «amarilla»,
«rosa»—.
Un periodismo al sol, claro y limpio
como tu luz dorada, sea tu guía.
Y, por último, tantas gracias ocultas de
quejas aceptadas y rodillas que sangran, a ver si ellos, a ver si en ellos
pueden que estén siempre en la brecha del sudor y el esfuerzo para que un
hombre vaya por la acera o aprisa y se dé con tu rostro, que le sonríe entre
líneas.
Beato Manuel Lozano
Garrido, Lolo.
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